Tu mano sólo busca el hueco húmedo entre mis piernas... No te importa que estemos rodeados de gente. Mis piernas se abren a tus dedos, que penetran por la rejilla de mis medias llegando a la fina tela de seda. Tu cuerpo emite ese calor que me descontrola. Uno de tus dedos consigue rozar mi clítoris que palpita y se contrae por la caricia y me tiemblan las piernas. Con dos de tus dedos erectos, firmes, penetras con fuerza entrando hasta los nudillos... Grito; la gente se gira y nos mira...
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